– Sí quiero.
Se dijo al espejo al mirarse aquella mañana.
¿Cuánto tiempo hace que no te comprometes? No me refiero a comprometerse con un tercero. Con un trabajo. Con un anillo que a veces al mirarlo hace que nuestro anular pese demasiado. Tampoco me refiero al compromiso que acora una impronta caprichosa. Ni aquel silbido que condena a nuestras emociones. Hablo a comprometerse de verdad. Al compromiso de la felicidad con uno mismo. Porque por muy increíble que te parezca, la felicidad es un compromiso. Un compromiso diario que empieza por creer que la merecemos. Y termina justo en el momento en el que dejamos de creer en nosotros mismos.
Caminamos sin rumbo por una vida que se nos antoja dura, indecorosa. Una vida canalla que colecciona ya demasiados corazones rotos. Demasiadas promesas burlonas que previenen con seguridad al ocaso. A veces esta vida presenta toques placenteros y momentos de alegría que nos ayudan a seguir de pie. A seguir firmes sobre unos pasos que muchas veces no tienen nombre. Ni dueño. Porque seguramente hace más tiempo de la cuenta te descalzaste de tu camino. Y hoy los zapatos aprietan demasiado.
No tengas miedo. O sí, ¿por qué no? Pero aviva el miedo como una apuesta en ti. Una apuesta que late en tu pecho justo al ladito de este órgano al que la ciencia le puso por nombre corazón. Muchas veces nos aterra que asome la nariz, no vaya a ser que en un estornudo, todo nuestro mundo se desmorone. ¿Y qué? ¿Acaso no es mejor vivir con el pelo alborotado y el alma feliz? No repeines demasiado tus modales ni guardes en jaulas a tus GANAS. Ellas tienen alas y quieren volar.
Volar contigo. Con tus sueños.
Con los de ellos y con todas esas nubes que te acomodaron en un suave beso.
Sí quiero.
Sí quiero creer en mí. En lo que aún no está escrito y en esos versos que me acarician cada noche la cintura. Quiero que seas feliz aunque no estés a mi lado. Aunque hoy duermas con otra y sean sus pestañas las que te den las buenas noches y no las mías. Eso es amor. Amor bonito. Amor sano. No la posesión suprema que le da la mano a la mayoría de relaciones que conozco. Me costó mucho desprenderme de esa idea. Pero cuando la dejé libre, el amor que me arropa cada noche aprueba con sobresaliente.
Sí quiero. Quiero que la sombra que me acompañe en cada sol se sienta orgullosa de mí. Que presuma de luz y que contonee las caderas como si no hubiese mañana. Porque quizás lo ya no hay mañana y esto se termina en un suspiro. En una milésima de segundo que no nos devolverá nada. Absolutamente nada. Así que vamos, ten un poquito más de prisa por decirte que SÍ, por decir que SÍ a todo cuanto quieras y ames.
Quiero dejar de ser mediocre para vestirme de valiente. Quiero alzar todo cuanto soy. Todo cuanto puedo ofrecer para hacer de este mundo un lugar mejor. Quiero ser mejor persona. Quiero dejar de avergonzarme de mis defectos. Y quiero ser mejor espejo.
Quiero perdonar mis errores. Los tuyos que te los perdone Dios si quiere.
Quiero despojarme de todo lo que no es mío y hacer las paces con la culpa. Posiblemente ha sido mi compañera de piso más tiempo de la cuenta.
Quiero dejar de creer que yo también puedo para llamarte un día y decirte: «lo conseguí».
Sí quiero. Porque en todos los síes que existen, solo hallo uno que hace de esta incomprensión una certeza a largo plazo.
Respiro el aire que me dio la vida y aunque a veces me ha partido cada uno de los huesos siempre supe como pegarlos. Cachito a cachito.
Sí quiero.
Quiero sumar días bonitos y guardar en lunas todo lo que no me hace bien. Quiero compartir mi tiempo con quién de verdad se lo merece y tachar de mi agenda todos esos compromisos a los que de verdad no quiero ir. Quiero seguir aprendiendo y desaprender todas esas estúpidas manías que me llenaron de inseguridad. Quiero callar las voces de todas esas hienas que hirieron mi fe. Y quiero comprometerme con lo que de verdad importa.
Quiero lamer mis cicatrices, coser los besos que dejaste huérfanos en mi piel y borrar ayer de mi diccionario. ¡Sí quiero joder! ¿Cómo no voy a querer lo que es mío? Quiero. Quiero todos los días. Y cuando lo olvide, cuando lo olvides, volveré a mirarme al espejo. Volveré a hacer frente a mis pupilas. Volveré a desnudarlas de todo miedo y dragón y volveré a preguntar/me:
– ¿Quieres?
-Sí quiero.
Eres increible Irivegan q asi te conozco x instagram…DI Q SI…q te mereces lo mejor eres un amor de niña x fuera y x dentro…Ama con toda tu alma como lo sabes hacer q eres tu eres asi…n dejes q nada ni nadie te cubra esa sonrisa y esa mirada q solo personas como tu q al querer se les refleja en la cara…ERES ESPECIAL n hay muchas como tu asi q seguro q tambien piensan en ti😉.FELICIDADES BONITA😘
¡Qué bonito Carol por favor! Vaya sorpresa con tu comentario. MIL MILLONES DE GRACIAS. Yo tampoco te conozco físicamente pero no me hace falta para saber que también lates y brillas en un alma única y preciosa. Gracias por formar parte de mi vida, aunque sea en la distancia. Pero te siento igual. Un abrazo gigante BELLA.
Gracias por querer tanto «SÍ». Preciosa entrada ❤
GRACIAS a ti 🙂 ❤
Como siempre, bella, demoledora, introspectiva,…hurgando en las heridas del alma humana para buscar esa medicina, llamada AMOR,… a ti misma, que te devuelva la Armonía perdida.
Un beso
GRACIAS amigo del alma ❤