Peinándome a destiempo y con la cintura alboratada,
puedo gritar al cielo que hoy las estrellas no se han parado a visitarme.
Asomo mi tímida nariz por la ventana y el viento me avisa de que hoy, va a llover.
Pero afortunadamente no será para siempre, como no lo es nada en esta vida.
No sabemos el valor que toman las palabras, ni la tiranía de las promesas rotas.
No se trata de amor, ni de sexo, ni de pasión ni de nada de eso. Es mucho más, es más que un simple «Te Quiero» carente de cualquier significado posible. Es más que un «hasta luego» sellado en una nube de cristal. Es más que una mirada, que un regalo envuelto en un papel de seda…
Y cuando crees que todo ha pasado, allí vuelve a estar. Allí vuelvo a estar.
El Sol está de mi parte, lo sé. Me lo dicen sus rayos y su leve calor que roza mi hombro aún desnudo. Me acompaña en mis días grises y me da los buenos días cada noche…
Porque para mí la vida carece de sentido muchas veces, sin un Norte ni un Sur a donde ir. Sin un mapa que me guía o una brújula que hace que pierda la esencia de estar vida.
Porque para mí o para muchos, o quizás para nadie ni para mi misma, la vida sólo merece ser vivida por valientes…