Mi otra mitad es la que sonríe cuando yo quiero llorar.
Es la que me abraza cuando la lluvia golpea mi hombro derecho.
Mi otra mitad es la que calla cuando tiene ganas de gritar.
Es la que susurra en silencio todo aquello que yo no me atrevo a confensar.
Mi otra mitad es mi mejor amiga,
a esa a la que le cuento mis secretos sin hablar y ella sonríe.
Mi otra mitad es el reloj que para el tiempo,
que para el mundo a mi alrededor y consigue calmar mi ira.
Mi otra mitad es la parte irracional de mi cerebro,
el lado izquiero de mi cuerpo y la hipérbole de mi espalda.
Es la herida cicatrizada de los años y las pestañas que bordean mis ojos color miel.
Mi otra mitad es la niña que a veces quiere salir pero no puede.
Es la mujer rebelde y el deseo contenido de decir NO.
Mi otra mitad es la parte incomprendida de mi ser más ser.
Es el cabello dorado que roza mis pupilas
y es el lunar invisible a los ojos de los demás.
Mi otra mitad es la última letra del abacedario,
es el primer número infinito y es la fórmula de lo inexpresivo.
Es el miedo, la música, el sonido del crujir del silencio y la esencia de un mundo aparantemente normal.
Mi otra mitad es el chiste inacabado y la canción más absurda del mundo.
Es el acorde perfecto y el baile de la conga.
Mi otra mitad es un color, un poema y un perfume.
Mi otra mitad no tiene nombre, no tiene edad ni sexo.
Es el desafío diario de encontrar en lo verdadero un poquito de lo falso,
o en lo falso una luz de verdad o ¿cómo era?…