Te amo en los besos de las mañanas
y en las tostadas con sabor a pavo.
Te amo en tus lunares y en tu piel melocotón.
Te amo en tu mirada y en la mía.
Te amo en tus defectos y virtudes,
en esas pequeñas cosas tan tuyas, tan nuestras.
Te amo en la suavidad de tu tacto
y en la ternura de tus abrazos.
Te amo en cada calle y
en cada rincón de Madrid.
Te amo en tus pestañas y en tu espalda.
Te amo en tus gruesos labios donde tanto
me gusta perderme.
Te amo en las estrellas,
nuestras estrellas.
Te amo en tu grueso pelo
y en tu carita de ángel.
Te amo en tus esmeraldas
y en tu perfilada nariz.
Te amo en tus consejos
y en tu alma inocente.
Te amo en el susurro de la distancia
y en el olvido de las palabras.
Te amo en tu perfume
cuando se mezcla con el mío.
Te amo en las mañanas, en las tardes
y en las noches.
Te amo en las sábanas cómplices
de nuestros secretos.
Te amo en el deseo,
en la nostalgia y en el reencuentro.
Te amo en cada luna
y en cada sol.
Te amo en el griego luchador
tatuado en tu brazo derecho.
Te amo en tus dedos de los pies.
Te amo así como eres,
con nuestras riñas y desencuentros.
Te amo así como eres,
maravillosamente imperfecto.
Y es que así es el amor,
con verbos imcompletos y difíciles de conjugar.