Me lo dice el viento cada mañana

y el mechón de pelo que acaricia.

Me lo dice el vaivén de tu cintura

y tus ganas contenidas.

 

Así es.

Y así será.

 

La conciencia dividida,

el pretérito pluscuamperfecto del verbo amar.

Elocuente cordura,

atada que camina sin mirar atrás.

 

A ella no le importa.

Ni a él.

 

Nos sentimos débiles cuando estamos separados

pero más aún cuando estamos juntos.

 

Nuestras sillas chocan torpemente

y solo ellas saben cuánto nos deseamos.

 

¡Mírame maldita seas!

¿A caso no me ves?

¿A caso estás ciego?

 

Me lo dice el cielo cada mañana

con sus estúpidas nubes.

Esas que juegan a ser formas

o letras dibujadas de algodón.

 

Me lo dice tu mirada,

tu aliento a destiempo

y la risa fraccionada

de las veces que me evitas.

 

Me lo dices TÚ.

Te lo digo YO.

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