Así es. Sin trampas ni cartón. Sin cirugía ni falsa modestia.
Esto de vivir se hace cada vez más difícil. Con el paso de los años la realidad se hace más presente, los amigos se van cayendo del vagón de tu tren y son menos los que cada vez, suman más tus alegrías y reencuentros.
Soy terriblemente imperfecta. Nunca me gustó la perfección, al menos no la que nos han querido vender esas estúpidas revistas de moda. No. Aunque pueda parecer lo contrario, nunca me he comprado una revista de moda. Me pongo lo que me da la gana y lo que considero que me siente bien. Al menos, lo que muchas veces me permite el bolsillo.
Siempre tuve el pensamiento de que aunque fuese rica, nunca me gastaría mil euros en un bolso de firma innombrable, hecho con piel de un pobre animal que cometió el delito de nacer con una piel perfecta y adorable. Haciendo que a algún imbécil se le ocurriera la «fantástica» idea de hacer con esa piel perfecta, un bolso. Entre otras muchas prendas. Por esto tampoco me gusta la perfección. Si muchos de los animales no fuesen tan perfectos, tuviesen carnes tan perfectas con proteínas tan perfectas para nuestro organismo imperfecto y fuesen un perfecto entretenimiento de circo…Igual, a día de hoy, nos comeríamos los unos a los otros. Y los payasos dejarían de ser solo figuras de circo.
Si, soy imperfecta. Suelo hacer mil preguntas al día, aún no sé cuál es el color de pelo que mejor va con mis ojos y tez de piel. Me preguntan por las capitales del mundo y te sé decir como mucho diez. Siempre me gustó más viajar. Hacerme fotos en lugares mágicos y conocer de cerca la vida de esos desconocidos, que habitan en ciudades cuyos nombres poco me importan. Me gusta el orden. El tenerlo todo bajo control. Eso me hace aún más imperfecta. A veces llevo calcetines de distinto color, no me obsesiona mi aspecto físico pero si el aspecto de mi alma, de mi esencia. No soporto que se ensucie o que alguien se empeñe en hacerlo.
Seguro que muchos de nosotros, a lo largo de nuestra vida se ha tropezado con memos y memas. Dícese de esos memos amigos, memos compañeros de trabajo, memos parejas…que se empeñan en desprestigiar tu trabajo, en convencer a los demás de que tú en el fondo eres una mala persona y no vas con buenas intenciones, o en hacerte la vida imposible. Queridos memos y memas del mundo. Sufrís una de las peores enfermedades: la envidia. Esa que te come por dentro, esa que destroza tantas relaciones humanas que podrían ser más que imperfectas. (Ya dije que la perfección no me gusta). Esa que te hace cada día más agrio, más amargo y más infeliz. Hay que alejarse de esos memos y memas. Hay que sortearles y tener un radar de memos en el bolsillo para estar precavidos. En los chinos seguro que lo encuentras. Y por un «eulo».
Soy una perfecta imperfecta que jamás calla lo que piensa. Y no solo eso, sino que además lo digo, lo grito, lo escribo y siempre voy de frente. Sin tapujos, ni rodeos. Sin cuchillos en las espaldas. Hoy el ser sincera es casi una ofensa para muchos ¡tócate los cojones!. O lo que quieras. El que calla otorga…Si, quizás. Pero yo prefiero ser de esas perfectas imperfectas que dicen todo lo que piensan, haciendo uso siempre del respeto (aunque a veces me lleven los demonios). Porque si algo he aprendido, es que el derecho que una persona tiene en expresarse, es inversamente proporcional, al derecho inexistente de una parte contraria que reprime tu derecho a decir lo que sientes. ¡Toma ya! Esto es de nota.
No soporto la gente falsa. Que alguien toque la puerta de tu corazón, te regale una caja llena de promesas que ni él mismo se cree. O ella. No soporto la agresión gratuita. Ni la que se paga. No soporto la injusticia a cualquier nivel ni la libertad que hemos asumido los humanos para hacer lo que nos venga en gana con cada especie animal, con cada centímetro de este puñetero planeta que se muere. ¿Quién te lo dijo? ¿Quién te dijo que podías hacerlo? ¡Maldito seas!
Amo la imperfección. La imperfección que nos convierte en seres curiosos, sedientos de ganas de seguir aprendiendo. Amo la imperfección que nos hace humildes, que hace grandes a las personas. La imperfección de la unión, de querer ser mejores cada día. De acabarte un libro y querer leerte otro. De caerte y volverlo a hacer a posta para caer mejor, caer de cuclillas y aprender a caer de pie. Amo la imperfección de esas personas que han aprendido a seguir adelante, creadores de recetas absurdas pero que ¡están buenísimas joder!. De esas personas que decidieron no seguir el camino marcado, que han destacado en la historia por defender lo que creían y demostraron al mundo que los equivocados, no eran ellos. Amo la imperfección de las primeras veces.
Amo la imperfección de las pequeñas cosas. Porque en la imperfección de vivir, está la auténtica perfección de convertir lo imperfecto, en perfecto. En perfecto para ti.
Sorprende la franqueza con la que hablas. Esa franqueza que sólo puede nacer de la lucidez de una reflexión que ha ahondado bajo la superficie. Genial. Ésta no me ha dejado callarme. Nada que añadir a un espíritu inquisidor q reprocha y que apunta a muchas verdades silenciadas o latentes en nuestra sociedad superficial y consumista. Una reflexión que no nace de la debilidad, de la «ciénaga», sino de la valentía y de la fortaleza. Es difícil hablar de ese modo a personas que jamás entenderán lo que dices. Tus reflexiones son como un grito de (sobre) (im)potencia frente a un mundo que desnorta al que quiere vivir en la autenticidad. Por lo demás, toda ellas son el resultado de un modo de ser (vivir) que no se aprende. Un modo de ser que hace de lo fràgil y finito el centro de la atención. Es la imperfección suprema la que se toca con la mayor de las perfeccciones en ese mágico segundo de reloj que se prolonga en la conciencia hasta el infinito en un beso inesperado, un gesto de amor, amistad…Envidio tu perfección. Sin verte me habrían enamorado tus solas palabras. Una envidia que nace de mi conciencia de fragilidad. Eres sencillamente genial en tu modo de ser. Diferente de la mayoría (masa). Buen consejo el que daba Nitzsche al despreciador cuyos reproches nacían de la debilidad (asco a la vida) y no de la fortaleza (amor a la vida y a sus imperfecciones): «¿por qué has habitado durante tanto tiempo en la ciénaga, hasta el punto de que tú mismo tuviste que convertirte en rana y sapo? / ¿ No corre incluso por tus venas una perezosa y espumosa sangre se ciénaga, de modo que tú también has aprendido a croar y a blasfemar así? /…Yo desprecio tu despreciar; y puesto que me has advertido a mí, ¿por qué no te advertiste a ti? / Sólo del amor deben salir volando mi despreciar y mi pájaro amonestador: ¡pero no de la ciénaga!/…/ Mas esta enseñanza te doy a ti, necio, como despedida: donde no se puede continuar amando se debe ¡pasar se largo!»
¡Guau! Muchas gracias David por tu comentario. Una de las cosas que más me llena, realmente la única, es poder llegar a conmover con mis historias, reflexiones, «locuras» o pensamientos a las personas. Y ahora me la has devuelto tú a mí. Gracias e infinitamente gracias, por compartir conmigo tus pensamientos y ese modo de vivir. Quizás somos muchos los que aún preferimos vivir en la autenticidad de las cosas y no en la mediocridad de patrones absurdos que nos han casi impuestos desde pequeños. ¿Tienes blog? Me encantaría leerte. Escribes muy bien. Gracias de nuevo, un abrazo.
No tienes que darme las gracias. El agradecido soy yo. Uno se siente muy solo muchas veces, como si el mundo no reclamase de tí nada más. A veces me angustia mi modo de vida, un modo de vida que es difícil cambiar porque es complicado salirse de los modos de ser que nos vienen dados. Uno siembre hace lo que «se supone» que «debe» hacer, se comporta como «se supone» que se «debe» comportar. A veces siento un divorcio con un mundo que no entiendo y ante el cual la perplejidad me deja inmóvil. Sólo en determinados momentos, la mayoría de las veces en estados anómalos de conciencia, uno se encuentra con ese «yo» desconocido que todo lo cuestiona y que te hace ver que no vives más que en un sueño. He tenido largos periodos de terrible cordura; largos periodos de vivir en lo aparente, en lo superficial. Épocas de vivir en un estado de inquietud inexplicable. En un estado de «tráfago» sin saber qué quería de verdad, cuál era mi puerto de destino.
Pero cuando uno lee tus pensamientos se da cuenta de la importancia de luchar por uno mismo. De la necesidad de lanzarse con «astutas» velas a nuevos mares; buscar nuevos horizontes; arriesgar la vida sin miedo ni temor a fracasar. Y todo esto porque ves que ahí fuera hay personas que luchan y lo consiguen. Te admito profundamente por la capacidad que tienes de conseguir esto.
Me preguntabas si tengo un blog: lo tuve. Tuve que cerrarlo al público por un «problemilla» que casi roza lo cómico. Escribo algunas cosas. Sobre todo en periodos en los que la vida me hace sentir cosas especiales. Cuando escribes causas eso en mí. Me tocas. Siento que me haces pensar, reflexionar por caminos desconocidos. En definitiva, podría decir que algo sorprendente me ha ocurrido al descubrir tu blog: al leerte haces que aflore lo mejor de mí, me despiertas de mi letargo. Quizá parezca exagerado pero es así. Esa es la prueba de que algo es bueno cuando aumenta tu capacidad de ser y algo es malo cuando la merma. Sorprende cómo las palabras llegan a tocar el alma y a sacar de uno lo mejor. Intentaré volver a escribir en un nuevo blog. Y seguiré leyendo el tuyo porque es una auténtica prueba de que no estoy tan solo en el mundo como creo.
La verdad…me dejas sin palabras.Es lo más bonito que me escriben en mucho tiempo. Al menos la molestia que te has tomado en leerme y parar a escribirme. Nadie hace eso y lo valoro enormemente. ¡GRACIAS!. Y déjame decirte que no estás solo para nada. Me siento muy identificada con todo lo que dices. Y me gustó eso de que pusiste «un divorcio con el mundo». No lo habría podido expresar mejor. Así es. Yo también me siento desencajada muchas veces y fuera de lugar. Con una manera de sentir que quizás pocos entienden. Pero con el tiempo aprendes a que mientras lo entiendas tú…es suficiente. Te animo a que vuelvas a reabrir ese blog. ¡¡Seguro que es maravilloso!!. Nunca dejes de creer en ti y en lo que tu alma te dicta. Ella nunca se equivoca, aunque a veces el camino se haga demasiado largo y demasiado duro. GRACIAS de nuevo.
Reblogueó esto en carzes.
Hola déjame decirte que lo que escribiste en «La Mala Costumbre» me encanto, y me encantaría poder entregar tus palabras como recuerdo en mi boda, ya que me parece que es un mensaje digno de compartir con las personas que se pueda, para eso primero me encantaría tener tu autorización para hacerlo. Gracias por tan bello mensaje!
Hola Fernanda. Muchas gracias por leerme y por tu comentario. Por supuesto que puedes hacerlo. Para mí es un regalo y te lo agradezco enormemente. Espero y deseo que tengas una boda maravillosa y que sean muy felices por siempre.
Un abrazo de Floricienta.