- ¿De qué huyes? - De mí misma. - ¿Para qué? - Para encontrarme...
Hay instantes en la vida que lo cambian todo. Instantes capaces de hacer que por un segundo, tu destino se torne en otro rumbo. Instantes que hacen que el sur se convierta en norte.
Ese instante lo tuve frente a mis ojos. Me agarró con fuerzas y me dijo:
-¿Qué coño te pasa? ¿No vas a hacer nada?
Ese instante me dio la oportunidad de huir o de quedarme en el mismo sitio para siempre.
Y en ese instante yo…decidí huir.
El frío calaba mis pensamientos y ya ni siquiera era capaz de recordar mi nombre. Y cuando alguien me lo recordaba, no me gustaba. Me sentía incómoda en mis propias letras y todo molestaba. Los árboles me parecían estúpidos y la suave musa que antaño me acariciaba las pestañas, ya solo dejaba en mí cientos de lágrimas mal curadas. No supe discernir la realidad de una ficción que en muchos casos, superaba con creces lo que mis ojos niños querían dejar de ver.
Y fue entonces cuando me di cuenta de que no había aprendido nada.
Ahogué en un millar de nubes todo lo que nos prometimos en versos de vainilla. Corrí tan lejos cuanto pude y aprendí sola a enhebrar los recuerdos que forjaron nuestra historia. Me alejé del ruido y de tu nombre. Me alejé de todo aquello que no me permitía SER, e incluso, de los que decían amarme. Poco a poco me fui desnudando: de ropa, de maquillaje, de mentiras, de lugares a los que ya no quería ir, de amigos confeti y de aquel puto café amargo que empezó a gustarme en la primera mañana en la que tu lado vacío de la cama, dejó de doler.
Huí de mí misma para encontrarme.
Y me encontré.
Abracé con alas de mariposa la tristeza más infinita que jamás había sentido y me di cuenta de que por alguna razón, y en algún momento de mis días pasados que no conseguía recordar, me había perdido. Me habías perdido.
Dejé de culpar a todo aquel que había pasado por mi vida sin pena ni gloria y empecé a asumir cada uno de mis errores. Y el primero, el de haberme olvidado. El de haberme dejado para luego.
Fui capaz de mirarme al espejo, de perdonarme y en un leve susurro el silencio me recordó lo lejos que aún estaba de casa.
En qué momento dejé de creer en mis sueños para cumplir los tuyos.
En qué momento tuve que satisfacer tus expectativas y no las mías.
En qué momento tu opinión sobre mí misma fue más importante que la mía propia.
En qué momento dejé de confiar en mí y dejé que el miedo se apoderara de mis latidos.
En qué momento fuimos uno cuando realmente siempre fuimos dos. En qué momento mi hambre pasó a ser el segundo plato del menú y mi regazo, el portal huérfano de aquellas noches frías de Madrid.
En qué momento dejé de recordar lo bonita que era y en qué momento fui capaz de permitir que me hicieras tanto daño.
En qué momento creí tus necias palabras y me mortifiqué más de la cuenta y en qué momento la opinión de los demás fue tan importante para mí. ¡Iros todos a la mierda!
En qué momento te di tanto poder y puse mi vida en tus manos. En qué momento dejé de luchar por lo que creía y quería, y en qué momento me convertí en alguien que no quería ser.
En qué momento reprimí mis ganas, mis besos y mi sonrisa de algodón.
En qué momento de la historia dejé de brillar para no hacerte sombra y evitar así que te sintieras mal. Como si acaso eso, fuese culpa mía.
En qué momento pude pensar que yo no merecía lo bueno y me conformé con unas sábanas que apestaban a mediocridad.
En qué momento pedí permiso para sentir y en qué puñetero momento me olvidé.
En qué momento creí tanto en tu rancio perdón y en esas letras baratas llenas de mentiras.
En qué momento este mundo dejó de parecerme un lugar mejor…
¿En qué momento? ¿En qué momento joder? Porque no lo recuerdo. No recuerdo cuando me rendí.
No recuerdo cuándo me cansé de ser fuerte.
Olvidé cuándo decidí andar en unos zapatos que no eran los míos y cargar con un yerro exhumado en cientos de pretextos de calendarios maníos. No recuerdo cuando el cielo me pareció apagarse sin ti, cuando aquí la estrella era yo. Cuando aquí la única luz capaz de hacer brillar la oscuridad era la mía y no la tuya. Ni la de nadie más.
Casi me asfixio en un intento torpe de respirar tu aire y no el mío.
En qué momento creemos que esta vida ya está escrita y que los papeles que asumimos se nos dan antes de poder cambiar el uno por el tres. Somos unos estúpidos. Y unos cobardes.
Somos almas sin rumbo que divagan en metáforas que nos hacen creer imposibles.
Y ya, cuando no me quedaba nada más, cuando el dolor crujió cada uno de mis huesos y fracturó cada centímetro de mi piel, cuando fue tan fuerte que dejó de doler, cuando no fui capaz de recordar en qué momento del camino me había perdido, cuando huí de mí misma entonces ahí…volví a encontrarme. Abracé con ganas el haberme echado tanto de menos y resucité sobre unos pasos firmes y determinantes.
Porque en esta vida hay que perderse de vez en cuando para volver a ser tú mismo. Para replantearte el hecho de si realmente eres quién quieres ser.
No recuerdo el momento en el que todo mi mundo se vino abajo.
Pero sí que recuerdo el momento en el que dejó de estarlo: ESTE.
Atrévete, huye de ti y encuéntrate de nuevo.
Ya extrañaba leerte, saludos desde Costa Rica
Encontrarse está bien… Y dedicarte tiempo a ti misma mejor.
Aprender a quererte a ti antes de querer a nadie más.
Aunque es complicado.
Qué hermoso! Como todo lo anterior, una auténtica maravilla. Coges pequeños fragmentos de la vida y los convierte en pura magia, en puro arte.
El mensaje es el mismo que le de mi entrada «La vida entre paseos», por si te animas a leerlo 🙂
http://viveynosobrevivas.blogspot.com.es/2015/03/paseando-hacia-la-vida-me-siento.html
Un saludo!
Encontrarse…qué dificil resulta y cuando lo hacemos la huida sigue siendo una amenaza constante.
Un texto sublime. Un beso!
Me siento identificada con tus palabras, yo también me perdí un día, y me encontré de nuevo, necesite un tiempo para mis porques.
Ahora , es mi tiempo y mi prioridad soy yo.
Estoy en esa edad , en que las mujeres nos hacemos invisibles para muchos hombres, pero me encanta esta edad, mis hijos criados, independientes y no me necesitan como antes.
Es mi tiempo, el de mimarme y quererme y si algún día rehago mi vida, sera con alguien que merezca mi cariño.
La soledad en compañía, no me interesa, ya la he vivido.
La vida es preciosa, y estamos en ella, somos afortunadas , porque somos supervivientes de naufragios , que ya no se hayan a la deriva.
Nadie, es más importante que tu, así que quierete mucho y nunca más dejes que nadie, te quiera mal.
Gracias por la valentía de tus letras , con las que me identifico.
Un abrazo .
Hermoso tu post! Gracias 🙂
Y yo que de costumbre me pierdo en mi cabeza, a veces pasa que NECESITAMOS ese cambio. Me ha encantado tu post, tus ideas se mueven entre las líneas. Gracias y un fuerte abrazo!
Justo en este momento me encuentro en la lucha entre querer perderme y la culpabilidad de las reponsabilidades que no puedo dejar atrás…. Necesito desaparecer… Pero no puedo y me ahogo…. Tendré que seguir esperando mi momento para poder hacerlo….
En el momento en que sientes, te emocionas y te dejas llevar, puedes perder el control… Es el riesgo y el precio a pagar. Pero piensa que todo es experiencia y de todo se aprende, aunque se a la tercera, la décima o la que sea.
¡Un besote guapísima! Te extrañaba 😉
Si definitivamente perderse para encontrarse hice lo mismo por eso ahora me pierdo por minutos cada día . Para no perder la costumbre Hermoso lo que dices!
Preciosa, real entrada.
Quien no se ha perdido alguna vez?….. Lo importante es volver a encontrarse, dudas , momentos bajos, pensamientos oscuros……
Acaban siendo enriquecedores cuando sabemos reflexionar y dejarlos atrás.
Mucho animo, escribes muy lindo, como tú eres. Aquí estamos para apoyarte.
Que bonito!! Me ha encantado!! 😀
Podría ser una definición del VIAJE,… al menos, para algunos.
Un SI o un NO pueden ser determinantes,… y que todo cambie…
No es fácil ser consciente a cada instante y escuchar lo que te dice el corazón, que no suele equivocarse..
Saludos! encontre tu blog así leyendo uno que otro y me encanto tu post, realmente muy sincero…sí, la lucha parece ser complicada pero con voluntad y amor a sí mismo se puede emprender nuevos caminos 🙂
Madre mía!… entiendo tanto lo que describes que me haces ver las cosas con otra perspectiva…Y a veces se me olvida que yo también tengo deseos, necesidades…En fin, habrá que comprar un GPS que me ayude a encontrarme. Un abrazo…